Declaración del Partido Carlista de Madrid
DECLARACIÓN DEL PARTIDO CARLISTA DE MADRID ANTE LA PROXIMA CITA ELECTORAL CATALANA
Nos encontramos ante una trascendental convocatoria electoral para el próximo día 27 que puede calificarse de gran importancia de cara al futuro de España, no ya para su continuidad según la institucionalización del actual estado sino también para el mantenimiento de la estructura territorial nacida con la Transición y contenida en su ordenamiento constitucional.
Nos encontramos ante una trascendental convocatoria electoral para el próximo día 27 que puede calificarse de gran importancia de cara al futuro de España, no ya para su continuidad según la institucionalización del actual estado sino también para el mantenimiento de la estructura territorial nacida con la Transición y contenida en su ordenamiento constitucional.
Ya sean considerados los comicios como unas elecciones estrictamente parlamentarias, o con rango plebiscitario, como quieren los convocantes, el hecho cierto es que nada en la relación Catalunya-España va a ser igual el siguiente día 28. Pese a que se diera el supuesto de superarse la disyuntiva entre unidad/continuidad o ruptura/mediante estado independiente que una parte importante del pueblo catalán reclama, con el mantenimiento del actual status quo unitario, el fracaso que se genere será permanente y agravado en una duración indeterminada que solo puede afectar negativamente a ambas partes tanto en lo político, como en lo social y económico.
¿Alguien puede pensar que si la voluntad de los convocados para el próximo dìa 27 fuese adversa a la propuesta del presidente Mas el problema catalán quedaría enterrado?. En absoluto, no. A un pueblo, a una nación, no se la puede enterrar, ni tan siquiera acallar tras un episodio adverso si es que su voluntad es la de “ser”. Todo seguiría igual, o peor, porque una frustración, además de ahondar las heridas, no puede hacer desfallecer a un pueblo que desde hace al menos tres siglos, y tras varias rebeliones populares –tres de ellas carlistas-, lucha por ser él mismo sin tutela, injerencia ni supeditación alguna.
Ante ello se muestra imprescindible una alternativa que satisfaga los legítimos deseos catalanes de soberanía y que, paralelamente, en concordia con la aspiración del camino en común europeo, haga posible y garantice la solidaridad de los pueblos que por historia y hasta por condicionantes sociales y económicos han de mantener y acrecentar su relación en este espacio geográfico compartido llamado España, o las Españas según la histórica denominación de una aceptada realidad plurinacional.
En este momento, ante la crucial circunstancia que todos -no solo los catalanes- vivimos, el Carlismo, fiel a su tradición de defensor de los derechos de los pueblos, ha de alzar su voz, y el Partido proponer con toda claridad y contundencia su propuesta Confederal, tan reiteradamente defendida y ejercida mediante la defensa de la Soberanía en todas las naciones junto con su inalienable derecho a ejercerla y disfrutarla en plena libertad. La confederación, que es un pacto libre y voluntario de autodeterminación entre naciones constituidas en repúblicas o estados soberanos y que se distingue del estado federal en que, a diferencia de este, no es un orden vertical, de arriba abajo, impuesto o concedido por un poder anterior, sino un orden horizontal regido por un pacto voluntario entre las partes soberanas.
El Partido Carlista es el único en el estado español que en su larga trayectoria ha propugnado y puesto en práctica el sistema confederal, bien mediante el respeto y defensa total de los derechos nacionales preexistentes (fueros), bien restableciendo las instituciones nacionales de aquellos otros pueblos, como el catalán, a los que les habían sido arrebatadas. Es por esta razón que el Partido Carlista no ha de permanecer callado, y manifiesta ante la opinión pública su propuesta Confederal asentada en el reconocimiento de la existencia de una realidad plurinacional fundamentada en la irrenunciable soberanía de cada uno de sus integrantes con derechos individualizados como base para alcanzar un entendimiento -un Pacto- desde la suprema Dignidad del respeto y preservación de sus íntegros ser histórico, político y cultural.
Madrid, 11 de septiembre de 2015
